lunes, 11 de junio de 2007

UNA VERDAD INCOMODA (I)



Reconozco que estoy bastante confuso, aunque supongo que en el fondo es lo que algunos pretenden. Esto del cambio climático es un tema de lo más controvertido y escabroso, con intereses oscuros de una y otra parte. Hay quien afirma que la catástrofe se avecina inexorablemente y que nos vayamos preparando para lo peor; otros nos dicen que de eso nada, que aquí no hay de qué preocuparse y que a seguir tan ricamente con nuestras vidas, que todo seguirá igual. Y uno que ya es perro viejo en estas cosas, cuando oye a un político decir que no hay de qué preocuparse se echa a temblar, así de antemano, preguntándose por donde van a empezar a caer las tortas.
Por otra parte, los catastrofismos hace tiempo que dejaron de convencerme, entre otras cosas porque hay personas sensatas y que me merecen gran credibilidad que nos están diciendo que en realidad no sabemos qué es lo que puede pasar. Y supongo que como casi siempre ahí está la opción más cercana a la realidad, en el término medio.
Lo que parece claro es que el planeta se está calentando por el incremento de gases de efecto invernadero, sobre todo el CO2 porque al otro –el vapor de agua- resulta mucho más difícil seguirle el rastro por lo que se cuenta. Otra cosa es demostrar que ese incremento se debe a las actividades humanas, que yo creo que sí, pero demostrado no está. En todo caso la prudencia anima a tomar medidas preventivas, por si las moscas, reduciendo las emisiones de CO2 y la quema de combustibles fósiles. El problema es que eso es muy fácil decirlo pero muy complicado hacerlo. Dice Al Gore en su película “Una verdad incómoda” que muchos políticos saben lo que está ocurriendo pero no pueden reconocerlo porque eso les obligaría moralmente a tomar medidas muy drásticas. Y posiblemente sea así, pero también es cierto que se nos llena la boca acusando a los políticos y a las grandes industrias de no hacer nada o de hacer demasiado (mal) para evitar el problema. Ellos tienen su responsabilidad, sí, pero no olvidemos la nuestra.
Porque no nos engañemos: evitar el calentamiento global implica necesariamente cambiar nuestro modo de vida de una manera radical y es hora de plantearnos si estamos dispuestos a hacerlo. Nuestro consumo de recursos para mantener el nivel de vida y de confort de que disfrutamos es insostenible si lo extrapolamos al resto de la población mundial. Mantenemos este nivel de vida a costa de que el resto del mundo no lo haga y así, exigimos a los países en vías de desarrollo que no incrementen sus emisiones de CO2, o que respeten sus bosques y selvas mientras nosotros aumentamos las nuestras y hemos arrasado la cubierta vegetal de gran parte de Europa y Norteamérica. Y ellos, naturalmente, nos dicen que vayamos a tocársela a otro, que ellos quieren vivir como nosotros y poder disfrutar de todos los juguetes que nosotros tenemos y despilfarrar como nosotros despilfarramos. Y tienen todo el derecho a pensar y actuar así, mientras nosotros sigamos pensando y actuando así.
Los políticos no van a hacer nada mientras nosotros no les obliguemos a hacerlo, porque las medidas necesarias serían tremendamente impopulares. ¿Qué político se atrevería a decirnos que se acabaron las lucecitas de colores de la feria o de las navidades?¿O que se acabó eso de usar un megavehículo de 4x4 para llevar a los niños al colegio? ¿O que habrá que pagar más por los productos porque las empresas tendrán que adecuar sus instalaciones para hacerlas menos contaminantes con la inversión que eso supone?

Siempre he pensado que en esta vida hay que ser coherente y que para exigir hay que ser el primero en dar ejemplo. Y tu ¿qué opinas?

1 comentarios:

Lal dijo...

Yo estoy totalmente de acuerdo contigo, hay que predicar con el jemplo. Pero eso solo podran hacerlo las personas que realmente están concienciadas de que hay un problema. Puede parecer increible, pero a día de hoy mucha gente que se supone competente, no tiene ni idea del tema o, lo que es peor, no le interesa en absoluto. Ese es el tipo de gente que solo cambiará su modo de vida si le obligan a ello. Y ahí es donde entran los políticos.
En fin, es un tema muy muy escabroso, pero podemos aportar cada uno nuestro granito de arena. Tu has abierto el dabate, ese es el comienzo. Un buen comienzo.