martes, 6 de noviembre de 2007

SIC TIBI TERRA LEVIS


Te fuiste sin poder despedirte, como sin querer molestar, durmiendo en tu cama, esperando un amanecer que nunca llegaste a ver. No sabes cuanto hubiese dado por poder haber estado allí contigo en ese momento, cogiéndote la mano en tu último aliento. Pero la muerte tiene sus propios planes y no tiene en cuenta nunca los nuestros.
Ya se que la muerte es una ilusión, que venimos y vamos, vivimos de prestado hasta que se acaba nuestro tiempo y volvemos al origen de donde surgimos, pero se hace difícil saber que no voy a verte más, papá, que no voy a sentir tu alegría al ver a tus nietos cada domingo, incluso que ya no vamos a discutir nunca más. Hasta eso lo echaré de menos.
Pero quiero que sepas que siempre estuve orgulloso de ti, de tu valor, de tu coraje, de tu honradez, de tu honestidad. De cómo supiste salir adelante cuando mamá murió, con una casa y tres hijos para ti solo. Todo lo bueno que hay en mí lo aprendí de ti: a ser honesto, a ir con la verdad por delante, a mantener los ideales que uno cree justos contra viento y marea, a tener confianza en mi mismo. También a ser cabezota, eso lo llevo en los genes. Como también te llevo en mi sangre y mi cuerpo, en mi forma de sonreír de medio lado. Tú vives en mí, en tus otros hijos, en mis hijos a los que tanto querías, y siempre vivirás en nosotros y en sus descendientes.
Ahora tus cenizas han vuelto a la tierra, para nutrir y dar vida a un hermoso olivo que espero que crezca sano y fuerte, a la hierba y a los animales que vivirán gracias a ti y en los que te perpetuarás por siempre en el ciclo de la vida. Y también en nuestro recuerdo.
Ten la seguridad de que Mario y Diego sabrán la gran persona que fuiste y cuanto los querías, y cuanto te hubiese gustado verlos crecer. Tengo guardado ese último regalo que tenías preparado para Mario, para dárselo esa mañana que nunca llegaste a ver, la última muestra de cariño de su abuelo. Y se lo daré, te lo prometo, cuando sepa apreciarlo en lo que vale.
Recibe el último abrazo que nuca pude darte. Ya sabes que te quiero, y que siempre te querré.