lunes, 11 de junio de 2007

EL VECINO


Ocurrió hará unos meses. Parecía una mañana como cualquiera, de las de despertador a las 6 en punto, café rápido y prisas para asearse y vestirse para ir al trabajo. Hasta que abrí la puerta de casa. Allí estaba él, sentado en la escalera, los pies en el rellano, pegado a la pared junto al interruptor de la luz, con su bata a cuadros, una sola zapatilla, la respiración jadeante y el terror en la mirada. No puedo olvidar ese rostro, parece que lo estoy viendo ahora: el pelo cano y encrespado, la boca entreabierta y unos ojos cansados, presa ya casi del agotamiento, pero con una mirada que me agarró como las manos del náufrago se aferran a la tabla flotante que puede ser su salvación.

Yo no le conocía. Andaría por los setenta años y acababa de mudarse a un piso dos puertas más allá del mío, propiedad de sus hijos. Luego supe que aquel hombre había sufrido un infarto cerebral. Todo debió ocurrir de madrugada: te despiertas en mitad de la noche sin saber muy bien que te ocurre. Notas que tu mente y tu cuerpo no responden como debieran y de pronto te encuentras más solo y desvalido que nunca. Ten entra el pánico, te cuesta respirar. Quizá ni siquiera te ha dado tiempo a acostarte; tratabas de matar la soledad oyendo la radio o viendo la televisión hasta la madrugada. Te diriges dando tumbos hacia la puerta, buscando ayuda entre los vecinos que no conoces. Pero al abrir todo está oscuro como boca de lobo.

Ves un pequeño piloto naranja y sabes que allí está la luz, pero te cuesta mucho llegar hasta él. Al fin lo alcanzas y consigues encender pero ya no tienes fuerzas para seguir andando. Te sientas en la escalera, sin atreverte a separarte del interruptor de la luz por miedo a la oscuridad. Esperas que alguien baje la escalera…esperas…esperas…esperas…Pero nadie baja. Es madrugada y todos duermen.

Y entonces una puerta se abre y tus ojos se clavan en una persona que no conoces, implorando ayuda con la mirada porque no puedes hablar, ni moverte apenas. Y esa persona se acerca a ti, te coge de las manos e intenta tranquilizarte. Y entonces rompes a llorar y no sabes que esa persona está haciendo lo posible por aguantar el tipo para poder llamar a la ambulancia. Y que cuando al fin llega el personal sanitario y ya van apareciendo otros vecinos, quisiera seguir a tu lado un rato más, pero tiene que irse ya para no llegar tarde al trabajo.

No se cuantas horas pasó aquel hombre sentado en la escalera, encendiendo la luz cada vez que el temporizador la apagaba, pero debieron ser horas de terrible ansiedad y soledad desgarradora. No he vuelto a saber de él, porque sus hijos se lo llevaron a casa al salir del hospital y ahora su vivienda está ocupada por nuevos vecinos. Ni siquiera se cómo se llama. Si hubiese tenido fuerzas probablemente habría llamado a algún timbre para pedir ayuda. Pero a mi no deja de asaltarme una duda: si un desconocido con aspecto desaliñado llama a nuestra puerta en mitad de la madrugada, ¿le abriríamos?¿Le hubiese abierto yo? Mucho me temo que no. Me excuso diciendo que esta sociedad se ha vuelto muy insegura, que hay mucho delincuente suelto y bla, bla, bla... Pero la triste realidad es que en busca de nuestra seguridad y a causa de nuestros miedos estamos llegando a la deshumanización más absoluta. Y eso sí que debería asustarnos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta como escribes, Celadus.
Tristemente estamos viviendo en una sociedada en la que eso de que el ser humano es sociable por naturaleza va camino de ser un mito-leyenda urbana. Cada vez vivimos más de puertas pa' dentro y utilizamos la tactica de empobrecer al vecino para conseguir nuestras metas. ¡Como hecho de menos vivir en esos tipicos pueblecitos o en esas pequeñas ciudades de las pelis de los USA donde todo el mundo se conoce, hay fiestas en la plaza del pueblo y recitales delante del ayuntamiento!

Celadus dijo...

Gracias por tus comentarios, anónimo, y por ser el primero en inaugurar mi blog :))
No hay mayor soledad que la que se experimenta en medio de la multitud; quizá por eso tiene tanto éxito internet. Quién sabe.

Anónimo dijo...

Cuanta razon tienes!!!!A y por cierto, tu "anonimo" es Alatesta ;) que se me olvido ponerlo!!!!
Alatesta.

Celadus dijo...

Si te digo que ya lo sabía, ¿me creerías? ;) Un saludo, Al, y gracias de nuevo.