domingo, 17 de junio de 2007

ME DIO POR PENSAR...

Por aquí andamos de feria: mucho caballo y flamencas, casetas, cacharritos y los sempiternos puestos de venta ambulante. Esta mañana pretendía dar una vuelta por esos puestos para echar un vistazo a la mercancía pero al parecer llegué demasiado temprano: todos estaban cerrados. Cerrado es una manera de hablar, estaban tapados por plásticos o lonas debajo de los cuales, entre su borde y el suelo, de vez en cuando aparecían algunos pies estáticos. "Anoche debieron trabajar hasta tarde", pensé, y continué camino hacia el recinto de la feria.
Por el camino me encontré un trasiego constante de gente variopinta dirigiéndose con cierta prisa hacia los puestos, cargados de bolsas con viandas (supongo que para el desayuno). Me llamó la atención un grupo de hombres que descansaban sobre el césped tras haber comido y bebido algo. Serían unos quince jóvenes negros, tendidos algunos, otros de pie; unos cuantos charlaban entre sí en una lengua extraña, pero me llamó la atención otro pequeño grupo que estaba cantando. Lo dirigía un hombre tumbado, mientras dibujaba en el suelo con una ramilla al tiempo que iba desgranando su canción. Se me ocurrió pensar que debía ser una melodía de su tierra (quizá Senegal) y entonces caí en la cuenta de qué duro debe ser estar lejos de tu patria, de tu gente, de tus olores, de tus sabores, de tu música...de lo que ha sido tu vida, en definitiva. Y cómo las personas se agrupan para combatir ese pellizco en el alma, para recordar -o para olvidar-, para seguir manteniendo una identidad en la distancia, a veces simplemente con una canción.




Me dio por pensar también en lo afortunados que somos. Y lo poco que caemos en la cuenta.

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