Esta vastedad se me antoja comparable únicamente al mar. Podría decirse que estamos ante un mar de tierra y hielo, en calma ahora pero bajo la amenaza constante de la tempestad. Un lugar terrible para vivir pero, a su vez, tremendamente hermoso. Uno puede imaginarse como era el mundo, nuestro mundo, la Europa occidental, hace 50.000 años, en aquél tiempo mítico en que los mamuts, los rinocerontes lanudos y los neandertales dominaban los gélidos territorios del viejo continente, cuando el primer Homo sapiens no había plantado aún su huella firme, de colonizador africano, en las tierras de Europa.
Poco más allá-¡que pequeño se hace el mundo cuando uno viaja en avión!- el mar del norte y el mar blanco, antesalas del ártico con sus inmensos bloques de hielo flotante. ¡Cuánto mundo por descubrir para una vida tan breve! Cada día que pasa amo más a este pequeño planeta nuestro, tan hermoso y frágil.




