jueves, 8 de enero de 2009

¿Y YO QUE PINTO?

Nos cuenta Io en una entrada en su blog como se siente impotente ante lo que está ocurriendo en Gaza, su dolor, su rabia, su desesperanza por no poder hacer nada para que quienes podrían parar la agresión la paren.

Cuando era más joven soñaba con poder cambiar el mundo. Después, los años y la vida me enseñaron que solo podemos cambiarnos a nosotros mismos –que no es poco trabajo- pero que eso, a su vez, cambia el mundo, aunque sea a pequeña escala. Yo también me preguntaba ¿hasta cuando vamos a aguantar? ¿Cuándo vamos a reaccionar? Pensaba en la necesaria acción común, en masas que se echaban a la calle para pedir justicia y paz. Hasta que comprendí que yo no tengo poder sobre las masas, ni necesito tenerlo. Yo debo actuar cuando pienso que es necesario actuar, independientemente de que otros me sigan o hagan lo mismo. Si otros se unen a la acción que emprendo y considero justa, bienvenidos sean, podremos hacer más. Pero esa es una decisión que no me atañe a mi sino a cada uno y que por tanto no está en mi mano. De modo que la (s) pregunta (s) sería (n): ¿hasta cuando voy a aguantar sin actuar –más que sin reaccionar-?
¿Hasta donde me importa lo que está pasando en el mundo y hasta donde estoy dispuesto a comprometerme? ¿Qué estoy dispuesto a sacrificar por lo que creo justo? Esas son las preguntas que yo me hago, OJO, que YO me hago, lo cual no quiere decir que otros deban hacerse las mismas. Cada cual es libre de cuestionarse lo que el cuerpo le pida y tan legítimas son las preguntas de unos como las de otros.

Respecto a qué pintamos nosotros en todo esto o, dicho de otro modo, que podemos hacer personalmente para solucionar esta y otras situaciones vergonzosas que ocurren en el mundo, pues cada uno deberá buscar sus recetas. Yo tengo las mías, que paso a relatar por si a alguien les pudiesen servir. Yo no puedo evitar las muertes causadas por conflictos como el de Gaza o por crisis más enquistadas aún en otras partes del mundo –hambrunas, desnutrición crónica, desastres naturales, enfermedades olvidadas, conflictos armados que a nadie le importan y que nadie conoce- pero si puedo colaborar a que quienes trabajan sobre el terreno para ayudar a las víctimas tengan más facilidades. En mi caso opté hace ya tiempo por colaborar económicamente con
Médicos sin Fronteras (hay otras muchas organizaciones pero quizá por deformación profesional escogí esta). Existen otras organizaciones de reconocido prestigio y seriedad con las cuales uno puede colaborar, económicamente o dedicándole su tiempo para ayudar a difundir lo que hacen y ayudar a captar socios, dando a conocer lo que haces entre tus amigos, conocidos y familiares, invitándoles a que también ellos den el paso.
De ese modo uno nunca sabe que persona, qué padre, qué hijo, qué madre o abuelo va a recibir la ayuda que nadie más le prestará, pero sí sabe que su aportación y su esfuerzo está salvando vidas y ayudando a que otras personas sufran menos de lo que sufrirían sin ella. Y eso, para mi, ya es cambiar el mundo. Desde luego cambia el mundo de quienes reciben nuestra ayuda.

Desde arriba nadie va a promover el cambio. El sistema que crea los problemas no va a aportar la solución. Desde luego se puede salir a la calle –y se debe- a exigir un cambio de política pero en tanto no seamos muchos no hay que quedarse de brazos cruzados. Por poco que hagamos siempre será menos que nada y salvar la vida de una sola persona ya es mucho. Protestar, indignarnos y sentir rabia es humano y hasta lógico. Expresarla también. Pero si nos quedamos solo en la queja, poco ayudamos a las víctimas. Vale más actuar en la medida de nuestras posibilidades. Averiguar realmente qué pintamos aquí cada uno de nosotros y mientras nos quede pintura, tratar de que el cuadro tenga un poco más de color
.


5 comentarios:

Elvira dijo...

"Averiguar realmente qué pintamos aquí cada uno de nosotros y mientras nos quede pintura, tratar de que el cuadro tenga un poco más de color."

Totalmente de acuerdo. Yo también he encontrado mi manera de colaborar, aunque uno siempre se pregunta si es suficiente.

Gracias por la entrada.

Io dijo...

Hola Celadus,

Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que propones. Tenemos un radio de acción muy reducido y sólo podemos (y debemos) actuar sobre él.

Pero es que da mucha rabia pensar en la fuerza que podríamos tener como grupo, la sensación de que toda esa rabia contenida, toda esa energía se está desperdiciando.

Cuando nos echamos todos a la calle para protestar por Iraq, ha sido una de las pocas veces en que he sentido que mi esfuerzo ha valido para algo, porque fue tan contundente que yo creo que Zapatero no hubiese retirado las tropas tan deprisa de no haber gritado tantos y tan alto.

Por otro lado, organizaciones como Médicos sin Fronteras son los ángeles de los infiernos que creamos. Creamos víctimas y luego enviamos almas generosas a entregar su vida por ellas. Lo ideal, y utópico, desde luego, sería que no hiciesen falta esas organizaciones. Pero por poco que hagan, ya que hablamos de muchos millones de desheredados, siempre alimentarán esa corriente de bondad humana tan necesaria. Ojalá su espíritu generoso se contagiase como una epidemia. Son el extremo opuesto a la desidia de tantos.

Enhorabuena por tu magnífica entrada, y gracias por hacerte eco de la mía.

Mil besos y abrazos!!!

Juan dijo...

Magnífica entrada Celadus. Como siempre.

Tienes una visión especial y no culpabilizadora de algo en que todos tenemos nuestra responsabilidad.

La mayoría nos hemos convertido al peor defecto de la burgusía: mirar sólo por nuestros intereses, abandonarnos a nuestra comodidad material, luchar sólo por mantener o aumentar nuestro nivel de vida.

Un abrazo. Muchas gracias por conseguir que nos pique la conciencia. Es algo necesario.

Elvira dijo...

Hola Celadus: no he encontrado la entrada que me has recomendado del blog de Portorosa. ¿Recuerdas el título? Gracias.

Celadus dijo...

Te la he dejado en tu blog, Elvira.
Un saludo.