viernes, 10 de octubre de 2008

DOCE EJERCICIOS

Doce Ejercicios para la crianza de los Hijos en la Atención Plena

1. Intenta imaginar el mundo desde el punto de vista de tu hijo, dejando ir, intencionalmente, tu propio punto de vista. Haz esto todos los días durante por lo menos unos momentos para recordar quién es este hijo y qué es lo que enfrenta en el mundo.

2. Imagínate cómo se te ve y escucha desde el punto de vista de tu hijo, es decir, teniéndote a ti como padre hoy, en este momento. ¿Cómo podría modificar esto la forma en que te comportas en tu cuerpo y en el espacio, como hablas, lo que dices? ¿Cómo deseas relacionarte con tu hijo en este momento?

3. Practica el ver a tus hijos como simplemente perfectos de la forma que son. Fíjate si puedes mantenerte atento a su soberanía de un momento al siguiente momento, y trabaja en aceptarlos tal como son cuando sea más difícil para ti hacerlo.

4. Está atento de tus expectativas respecto de tus hijos y considera si son verdaderamente en su mejor interés. También, sé consciente de como comunicas esas expectativas y como los afectan.

5. Practica el altruismo, poniendo las necesidades de tus hijos por encima de las tuyas propias siempre que sea posible. Entonces ve si no hay algún terreno común donde tus verdaderas necesidades también puedan satisfacerse. Te sorprenderás cuánto traslape es posible, sobre todo si eres paciente, y te esfuerzas hacia el equilibrio.

6. Cuando te sientas perdido, o confundido, recuerda detenerte, como en el poema de David Wagoner: “El bosque respira…” Escucha lo que está diciendo; “El bosque sabe/Donde estás. Debes permitirle encontrarte…” Medita sobre el todo, trayendo tu atención total a la situación, a tu hijo, a ti mismo, a la familia. Al hacerlo, puede que vayas más allá del pensamiento, incluso del pensamiento bueno, y puedas percibir intuitivamente, con todo tu ser (sentimientos, intuición, cuerpo, mente y alma) lo que realmente necesita hacerse. Si aún así no está claro, quizá lo mejor sea no hacer nada hasta que se aclare más. A veces es bueno permanecer callado.

7. Intenta personificar la presencia silenciosa. Con el tiempo esto crecerá más allá de la practica formal e informal de la atención plena, si estás atento a cómo te comportas y a lo que proyectas con el cuerpo, la mente y el habla. Escucha cuidadosamente.

8. Aprende a vivir con la tensión sin perder tu propio equilibrio. En Zen y el Arte de Arquería, Herrigel describe cómo le fue enseñado a permanecer sin esfuerzo en el punto de mayor tensión sin disparar la flecha. En el momento correcto, la flecha se dispara misteriosamente a sí misma. Haz esto practicando el enfrentar cualquier momento, por difícil que sea, sin intentar cambiar nada y sin pretender que ocurra un resultado particular. Simplemente trae tu conocimiento pleno y tu presencia a ese momento. Practica el ver que cualquier cosa que surge se puede “trabajar”, si estás dispuesto a estar parado de esa manera en el presente, confiando en tu intuición y en tus mejores instintos. Tu hijo, sobre todo cuando es más chico, necesita que tú seas un centro de equilibrio y responsabilidad, un hito confiable con el que pueda orientarse dentro de su propio territorio. La flecha y el blanco se necesitan uno a otro. El forzar no ayuda. Se encontrarán mejor a través de la atención sabia y de la paciencia.

9. Pide disculpas a tu hijo cuando hayas traicionado su confianza aún de la manera más pequeña. Las disculpas sanan. Una disculpa muestra que has pensado más sobre la situación y has logrado verla con más claridad, o quizás más desde el punto de vista de tu hijo. Pero debemos estar atentos al pedir “perdón” demasiado a menudo. Pierde su significado si nosotros lo estamos diciendo siempre, o si hacemos un hábito del remordimiento. Entonces puede convertirse en una manera de no tomar responsabilidad de nuestras acciones. Sé consciente de esto. A veces, el cocinar al remordimiento puede ser una buena meditación. No apagues el fuego hasta que la comida esté lista.

10. Cada niño es especial, y cada hijo tiene necesidades especiales. Cada uno ve de una manera completamente única. Sostén una imagen de cada hijo en tu corazón. Sorbe su ser, mientras le deseas lo mejor.

11. Hay tiempos muy importantes en los que necesitamos practicar el ser muy claros y muy fuertes e inequívocos con nuestros hijos. Permite que esto provenga tanto como sea posible de tu conocimiento y generosidad y discernimiento, en vez del miedo, de la arrogancia, o del deseo de controlar. La crianza de los hijos en la atención plena no significa el consentir demasiado, el descuidar o el ser débil; ni tampoco significa el ser rígido, dominante y controlador.

12. El mayor regalo que le puedes dar tu hijo es tu mismo. Esto significa que parte de tu trabajo como padre es seguir creciendo en el auto-conocimiento y en la percepción. Tenemos que estar bien asentados en el momento presente para compartir lo que es más profundo y mejor en nosotros. Éste es un trabajo continuo, pero puede avanzarse reservando un tiempo para la contemplación silenciosa, en cualquier forma que sea cómoda para nosotros. Sólo tenemos el ahora. Permitámonos usarlo lo mejor posible, para el beneficio de nuestros hijos, y el nuestro propio.

por Myla y Jon Kabat-Zinn

4 comentarios:

Juan dijo...

Excelente Celadus. Muchísimas gracias.

Mi palabra favorita con respecto a los hijos es generosidad. Generosidad de verdad, la generosidad del saber recibir, la generosidad del aceptar. La generosidad que implica que lo que das es gratuito y no tiene vuelta. La generosidad es no tener nunca que decir ni sentir que te has sacrificado por ellos.

Un abrazo. No sólo sabes escuchar.

Anónimo dijo...

En fin.
Como ya sabes lo que pienso, me callo.
Saludines desde Dover.

Celadus dijo...

Nunca me canso de oir lo que piensas, bowman. Aunque si quieres permanecer callado, es tu elección y la respeto.
Gracias por la visita.

Portarosa dijo...

Oiga, Celadus, me ha encantado. De verdad. Reconozco que hay un halo contemplativo que a veces me pilla un poco lejos, pero en un 95% lo veo perfecto.

Es un tema que me interesa, ahora más mismo, creo que más que ningún otro; y este resumen me parece muy útil.

Un saludo.