sábado, 21 de julio de 2007

PARA DIEGO

Ya has echado a andar, con tus pasitos torpes, las piernas regordetas arqueadas, los brazos extendidos cual equilibrista sobre el alambre, con tu balanceo inseguro, con tu carita iluminada por una sonrisa ante la proeza que hasta ayer mismo parecía una utopía. ¡Cuánto has aprendido en este, tu primer año de vida! Y como has revolucionado la casa, amor mío. Recuerdo mis preocupaciones antes de que vinieses al mundo, preocupaciones de padre que antes ha sido y es hermano pequeño. Me preguntaba si se podría querer a un segundo hijo tanto como a un primero, cómo me afectaría tu venida (cómo nos afectaría a todos). Preocupaciones que luego se disiparon como la niebla cuando rompe el día, nada más tenerte en mis brazos, olerte, besarte, sentir tu manita apretando mi dedo, verte comer por primera vez, ver los ojos brillantes de tu madre, el ciclo perpetuo de la vida repetirse una vez más.
Hoy echas a andar, Diego, sin conocer la ruta, como todos, haciendo camino al andar, como decía el poeta. Que tus pasos te lleven a donde quieras ir y que en el sendero que te queda por recorrer encuentres alegrías tan grandes como las que tu me regalas cada día. Y cuando lleguen malos tiempos, recuerda que pasarán, y que yo estaré a tu lado mientras me quede un hálito de vida. Y, si puedo, después, también.

0 comentarios: