jueves, 14 de junio de 2007

BOMBONES

Hoy, después de varios años, los resultados de la analítica han traído buenas noticias. Parece que mi hígado ha detenido su proceso de deterioro y comienza a recuperarse. No parece nada grave, probablemente un hígado graso, dice mi médico. Pero fastidia ver como tus enzimas hepáticas se mantienen al alza con los años. Este último control parece mostrar una clara mejoría, con algunos niveles ya normalizados y otros que –aunque permanecen altos- han descendido hasta los valores que presentaban hace cinco años, después de una estricta dieta baja en grasas que me he empeñado en mantener durante estos dos últimos meses.
No es que me obsesione demasiado. Como decía Forrest Gump, “la vida es como una caja de bombones”. Nadie sabe a donde le conducirá el destino y en parte ese es el atractivo que tiene la aventura de vivir. Tuve un tío que vivió muchos años con una cirrosis hepática galopante, fruto de su afición a la bebida –sin llegar al alcoholismo- gestada en su juventud como navegante en un buque holandés de mercancías. Cuando todos pensábamos que la cirrosis lo arrastraría a la tumba, mi tío sobrevivió a un cáncer de laringe provocado por su otra afición al tabaco y terminó muriendo, bien cumplidos los 70, como consecuencia de una infección generalizada tras realizarse un cateterismo después de sobrevivir a un infarto de miocardio.
Pero no os voy a mentir, me alegra que esa víscera mía retome el buen camino. Todavía tiene mucho trabajo que hacer y yo me empeñaré en facilitarle el camino. Mientras tanto, seguiré desenvolviendo bombones.

0 comentarios: